Las persecuciones de autos representan un peligro, tanto para oficiales como para el público en general. Es por ello que el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) lleva un conteo e intenta disminuir los casos.
De acuerdo con información suministrada por el LAPD, en el 2017 se reportaron 751 persecuciones, un aumento del 20 por ciento en comparación con el año 2016. Sin embargo, esas cifras disminuyeron en 2018, cuando solo se reportaron 646 persecuciones, lo que representó un 14 por ciento menos comparados con 2017.
Pero los oficiales no persiguen a cualquier tipo de chofer sino a aquellos que han cometido infracciones graves o incluso violentas.
"Nuestra reglas de nuestro departamento no permite que persigamos choferes nomas porque hicieron una infracción de tráfico”, señala el detective Juan Campos, de la división central de tráfico del LAPD. “Debe ser un delito un poquito más grave, como manejar borracho”.
Las personas que huyen, destaca el detective Campos, muchas veces lo hacen por no tener licencia, seguro de automóvil o temen que los vayan a deportar.
“En realidad la policía no manda a personas para atrás para su país por delitos como infracción o delitos menores. No llamamos a la inmigración para eso”.
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Pero una vez que huyen, dice el oficial, el acto puede convertirse en un delito mayor y con frecuencia se documentan violaciones de tránsito y de seguridad.
A las consecuencias legales para estos infractores se les añade pasar un semáforo en rojo y exceso de velocidad. Si en medio de la persecución hay heridos, la ley indica que el responsable podría pasar hasta 7 años detenido pero si alguien inocente muere, la pena es de hasta 10 años tras las rejas.
