La muerte del obispo David O’Connell ha dejado un gran vacío en la Arquidiócesis de Los Ángeles y en una comunidad que ahora busca resignación y fortaleza.
La muerte del obispo David O’Connell ha dejado un gran vacío en la Arquidiócesis de Los Ángeles y en una comunidad que ahora busca resignación y fortaleza.
El obispo auxiliar de Los Ángeles fue encontrado sin vida en su residencia en Hacienda Heights el sábado 19 de febrero.
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El hombre acusado de su muerte es Carlos Medina, de 65 años, quien enfrenta un cargo de asesinato y un cargo de utilizar un arma de fuego para cometer el acto. Si es encontrado culpable de todos los cargos, el sospechoso podría ser condenado a 35 años a cadena perpetua en prisión.
Ahora una familia del sur de California recuerda los momentos que compartieron con el sacerdote, como una forma de encontrar consuelo a esa terrible pérdida.
Con la mirada posada en varias fotografías, los esposos Abel y Martha Diaz recuerdan cada momento junto al fallecido obispo.
“Lo recordamos como un sacerdote muy especial, que nos daba consejos, nos daba charlas”, dijo Martha Díaz, quien resalta que su activa participación en la iglesia son el resultado de las enseñanzas del sacerdote. “El nos instó a hacer eso”.
Los esposos Diaz convivieron más de una década con el obispo O’Connell, quien fue párroco de la Iglesia San Miguel Arcángel, en el sur de Los Ángeles durante 15 años. Estuvo presente en el aniversario de bodas número 35 de la pareja.
“La noticia de su muerte fue triste para ellos pero las circunstancias los sorprendieron grandemente.
[Cuando] nos enteramos que había sido asesinado, nos impactó muchísimo”, dijo Abel Díaz. “[Sentimos] un gran dolor. ¿Quién tuvo el valor o la razón para hacerlo. Es impactante, mirar que alguien le quite la vida a una persona que se dedica a hacer el bien”.
Abel Diaz recuerda los consejos que les daba el obispo O’Connell.
“Siempre nos decía que lo más importante era la familia, la unión familiar e inducir a los hijos a llevarlos a la iglesia, que les enseñaran el catecismo”, dice Abel Diaz. “Le doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de conocerlo porque él fue parte importante de nuestras vidas”.
Martha Diaz fue quien le dio la mala noticia a sus hijos sobre el asesinato de su lider espiritual.
“Les sorprendió mucho la forma en que fue”, dice Martha Diaz. El obispo había bautizado a varios nietos de la pareja y sus hijos asistieron a la escuela de la parroquia.
“Todos estábamos muy felices hasta el momento en que nos sorprendió todo”.
Ahora, la ausencia del obispo deja un gran vacío, no sólo en los esposos Díaz, sino en miles de familias que fueron adoctrinadas por O’Connell.
“Nos queda un bonito recuerdo. Es lo que queda, los recuerdos de las cosas bonitas que han pasado”.
Es por ello que la oración se ha convertido en el proceso de sanación y perdón para toda una comunidad.
