Durante una excursión en su velero Defiant un domingo de septiembre, Koz Khosravani se maravilló con una manada de delfines que nadaba cerca de su bote y dirigió su mirada hacia lo impensable: una mano que emergió del agua agitada.
Quizás estaba viendo cosas, pensó. Podría haber sido el destello del lomo de un delfín.
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"Pensé que era un error", dijo.
Se acercó y vio a una mujer flotando sobre su espalda.
Él arrojó un dispositivo de flotación al agua, pero ella no pudo sostenerlo. Khosravani maniobró su bote para lograr una mejor posición. Los rescatistas arrojaron una cuerda. Ella aguantó mientras la subían al bote para ponerla a salvo.
Los rescatistas envolvieron a la mujer en una toalla y una cobija. Khosravani le preguntó su nombre y si había más personas con ella. Ella estaba sola. Khosravani pidió ayuda por su radio, la primera vez que usaría el aparato en una emergencia.
Local
"Auxilio. Auxilio. Auxilio. Este es el velero Defiant en la bahía de Santa Mónica... Emergencia médica inmediata".
Matt Rhodes, un capitán de un bote de rescate salvavidas del condado de Los Ángeles, recibió la llamada antes del mediodía. Respondió en minutos.
La joven no estaba vestida. Su piel era del color de ceniza. Estaba con hipotermia y apenas coherente.
Si no la hubieran encontrado en ese momento, Rhodes cree que habría muerto en cuestión de minutos. Había estado flotando durante casi 12 horas en aguas de 66 grados. "¿Cuáles son las posibilidades de que otro navegante la hubiera visto?", dijo Rhodes que pensó.
"Tuvo mucha suerte", dijo el veterano salvavidas de 20 años. "Estaba en tan mal estado que si no la hubieran sacado del agua, envuelta en cobijas... la posibilidad de que le sucediera algo realmente malo hubiera sido mucho mayor".
Ella le dijo a Rhodes y a su pareja que se metió al agua a la medianoche en Venecia para ir a nadar. Dijo que la corriente la arrastró mar adentro. La mujer, a quien Rhodes no identificó debido a un conflicto de privacidad médica, fue tratada por hipotermia en un hospital y dada de alta tres días después.
Khosravani, un exprofesor de tecnología de la información, se siente afortunado de haber estado preparado para hacer un rescate. Recién salido de la escuela de vela, tenía el equipo y el conocimiento del rescate oceánico.
"Estaba en el lugar correcto en el momento correcto", dijo.
No es religioso, pero estar allí ese día le hace pensar dos veces que había algo más grande en juego. Al comprar un bote y equipo de seguridad, su entrenamiento y los delfines a su alrededor llamaron su atención sobre la mano en el agua, todo eso no fue un accidente, dijo.
"Creo que había una razón por la que estaban allí [los delfines]", dijo. "No puedo creer que en ese momento cruzaran frente a mi bote".
"En parte fue solo suerte", dijo. "Pero una parte de mí cree que fue algo más allá".
