Con un emotivo abrazo, Gladys Gómez y su hijo Oswaldo resumen todo el amor y la nostalgia acumulados a lo largo de casi dos décadas.
“Mira que grandote está después que yo lo deje chiquitito”, dijo doña Gladys. “Contenta, feliz de reencontrarme con mi hijo después de 15 años”.
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La última vez que doña Gladys vio a su hijo, cuando abandonó su natal Nicaragua, el era un niño de solo 12 años. Afirma que en aquel entonces pensó que muy pronto se volverían a reunir. Sin embargo, la distancia y las férreas leyes migratorias en Estados Unidos se lo impidieron.
“Triste afligido porque tenía la esperanza de poderme quedar después de tanto tiempo sin estar sin mi madre”, dijo Oswaldo.
“Estuvo detenido hace dos años y me lo deportaron, y con el nuevo gobierno, tuve la oportunidad de que lo dejaran esta vez”, agregó doña Gladys.
Oswaldo señala que en dos ocasiones intento cruzar la frontera infructuosamente, y ambas veces fue deportado. El reencuentro con su madre parecía cada vez más lejano.
“Sentí que mi sueño de ver a mi madre nuevamente se me había acabado pero la gracia de dios pudo más, y es una bendición”, explicó Oswaldo.
Local
Fue a principios del mes de marzo cuando lo volvió a intentar. En esta ocasión, en lugar de deportarlo, las autoridades lo enviaron a un centro de detención en Houston, Texas, donde permaneció varios días hasta que el miércoles fue finalmente entregado a su familia en Los Ángeles, mientras se procesa su solicitud de asilo político.
“Me siento con más confianza ahora que está el nuevo gobierno porque cuando estaba el otro señor, uno vivía con el miedo, el temor. En este tiempo, se siente uno más libre a caminar sin miedo”, dijo doña Gladys.
Oswaldo afirma que, ante esta nueva oportunidad, el futuro luce diferente. Planea estudiar, trabajar, cumplir con las leyes de este país e iniciar una nueva vida, pero todo esto al lado de su madre.
