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Abuelitos de Guatemala se reúnen con seres queridos en Los Ángeles tras años de separación

Es la primera vez que el proyecto “Abrazos y Más Abrazos” logra cumplir el sueño de inmigrantes guatemaltecos, de la mano del centro Puede y el concejal Gil Cedillo.

Telemundo

Con el corazón apachurrado, decenas de inmigrantes en Los Ángeles se reunificaron con sus padres y abuelos a quienes no habían visto en un largo tiempo.  

Recién llegados del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, provenientes por primera vez de Guatemala, ríos de lágrimas se mezclaron con los bellos colores de la vestimenta tradicional guatemalteca.

Ansiaban ver a sus padres y abuelos que se quedaron en Centroamérica.

“Nostalgia. Imagínese la alegría de no verla y tenerla en frente, poderle dar un abrazo no tiene precio”, dijo Fredy Castañón, tenía 17 años de no ver a su madre.
 
Casi 20 años pasaron, y ya no quieren soltar a su madre, así que la consentirán por 26 días.

“[Voy a llevar a mi mamá] a ver caer el sol en la playa, a Hollywood, a comprarle sus cositas que ella ocupe”, contó Mynor Alexander Villatorio, originario de Huehuetenango.  

Es la primera vez que el proyecto “Abrazos y Más Abrazos” logra cumplir el sueño de inmigrantes guatemaltecos, de la mano del centro Puede y el concejal Gil Cedillo.
  
“La comunidad guatemalteca en Los Ángeles es muy vibrante y grande, es una de las comunidades más grandes de latinos en la ciudad”, dijo Luis González, director de la oficina de Gil Cedillo.

Fueron un total de 15 padres y abuelos que aterrizaron hace unos momentos aquí en el sur de California y se trasladaron aquí a un parque a un lado del ayuntamiento. Recibieron certificados de bienvenida y se reencontraron con sus familiares.

El hijo de Mynor es el vivo retrato de su padre, y por fin podrá conocer a su abuelita.

"Mi padre falleció hace como 10 años, lastimosamente no me pude despedir de él. Lo bonito es que tengo la oportunidad de abrazar a mi madre una ocasión más”, dijo Villatorio.

Una dicha que su esposa no podrá tener, a pesar de haber comenzado los trámites para traer a su madre. 

“Ya estaba todo listo cuando en diciembre nos dijeron que tenía cáncer terminable”, dijo Olga Cano, tenía 24 años de no ver a su madre.

Pero feliz de ver a otros, acariciar a sus viejitos. 

“Hubiera querido tenerla y abrazarla y decirle cuanto la amaba. Cuando tenemos a nuestros padres no los valoramos, y es por eso que debemos de decirles [cuanto los queremos] aunque nos enojemos con ellos, pero ellos nos llaman la atención para nuestro bien”, dijo Cano.

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