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Secuelas de los tiroteos masivos en los sobrevivientes

Una joven de 18 años vive con el recuerdo de la masacre de Thousand Oaks que presenció.

What to Know

  • 187,000 estudiantes menores de 18 años que han presenciado un tiroteo en Estados Unidos, de acuerdo con el Washington Post.

María Dávila nunca pensó que la celebración de su cumpleaños número 18 terminaría en una tragedia que le dejaría secuelas por el resto de su vida. 

Era la primera vez que su madre le daba permiso para salir de fiesta con sus amigos, por lo que decidió ir con ellos al Bar Borderline, en Thousand Oaks sin imaginar el horror que viviría. 

"Estábamos adentro y todo mundo estaba llorando”, describe Dávila lo que vio esa noche que debería haber sido de alegría. “Esta niña tenía una cortada en la pierna y estaba allí la sangre por todos lados. Todo mundo estaba 'just in shock'”. 

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La joven de 18 años estaba allí, junto a su mejor amiga, a pocos metros del hombre que apagó la vida de 12 personas. 

Aunque los protagonistas de estos actos de violencia son las víctimas mortales y el atacante, las secuelas psicológicas que enfrentan diariamente los supervivientes tras presenciar una masacre, es algo de lo que poco se habla. 

“Cuando la persona está expuesta, cuando ha sido un testigo de algo así, hay dos tipos de memorias: está la memoria mental, lo que son los sonidos, son a veces como fotografías en la mente, y de ahí está la memoria corporal que es la ansiedad, las hormonas, el miedo”, señala la terapeuta familiar Jaqueline Méndez. 

A casi una semana del mortal tiroteo en un bar de Thousand Oaks, la comunidad continúa unida y el lunes recordaron a las víctimas colocando 12 cruces con los nombres de los fallecidos.

Sin embargo, a pesar de recibir apoyo psicológico todas las semanas, María perdió la tranquilidad hasta en su propia casa. 

"Yo tengo baño en mi cuarto y antes de entrar en el baño tenía que mirar quien estaba en mi baño pero era mi baño nadie estaba allí pero en mi mente yo estaba esperando a que alguien estuviera allí" 

Para la joven, este hecho cambió su vida y considera que tendrá que vivir con la memoria de esa noche por el resto de su vida. 

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“Uno de los síntomas de este síndrome es el querer aislarse de las personas”, destaca Méndez. “Por eso muchas veces las personas dicen ‘nadie me va a entender, nadie sabe lo que estoy sintiendo, lo que estoy pensando porque nadie aquí ha pasado por lo mismo’. Y esto en parte es verdad”. 

Lina Simeone, madre de María, forma parte de un grupo, “Madres en Acción”, que tiene como propósito tomar acción en el control de armas. Una forma de unirse a ellos es a través de un mensaje de texto por el 64433” 

“Cuando la persona mande el texto allí les van a decir donde es la parte más cerca que les cada acá a uno para, sea para firmar o sea para ser parte del grupo”, señala Simeone. 

En lo que va del año han ocurrido más de 300 tiroteos masivos en Estados Unidos.

“Todos podemos poner un granito de arena para hacer un cambio positivo en nuestras vidas y en las vidas de otras personas para que esto no vuelva a pasar. Para que niños no sigan muriendo, las escuelas necesitan mucho control también”. 

Mientras tanto, María vive con el eco de las balas en su mente, una imagen fija tan pesada que cuesta deshacerse de ella. A pesar de haber sobrevivido, la joven pasó a formar parte de la triste estadística de ser una de los 187,000 estudiantes menores de 18 años que han presenciado un tiroteo en Estados Unidos, de acuerdo con el Washington Post.  

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