En el corazón de Los Ángeles vive un hombre con una afición muy extraña: es un jalisciense que cría palomas mensajeras.
Ramiro Ramírez comenzó con esta afición cuando tenía 8 años, en su pueblo natal Guadalajara, en el estado de Jalisco. Ahora, posee en Los Ángeles palomares con más de 100 aves de distintas razas y colores. También incluyen palomas “maromeras” que no vuelan.
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Su cuidado, sin embargo, no es fácil, como lo asegura Ramírez.
“[Paso] todos los días del año, dándoles comida agua, limpiándolas, sacándolas a volar, en la mañana, en la tarde”, dice Ramírez.
El jalisciense destaca que ellas, desde que nacen, ya tienen la habilidad de regresar a casa, sin importar la distancia. Pueden viajar hasta mil millas a una velocidad de 90 millas por hora.
Es algo que los científicos aún tratan de explicarlo.
“Ellos piensan que es como si pudieran leer ondas electromagnéticas, como si imprimieran en su cerebro la información de regreso o tienen una gran memoria que se lo pueden memorizar”, dice Estela Ramírez, quien también es palomera.
Ramírez las echa a volar en bodas, graduaciones y, en ocasiones, en eventos tristes como funerales y vigilias. Cada una de ellas tiene un anillo de identificación y, en cada lanzamiento, la mayoría de ellas regresa.
Pero Ramírez no es el único que se dedica a esta afición en el sur de California. Cada año, acude con su familia a una exposición de palomas en Pomona, en donde una vez tuvieron la oportunidad de conocer a otro fanático de las palomas: el ex campeón de boxeo Mike Tyson.
