Una familia sufre los efectos de la separación por la deportación del padre a México y enfrenta el temor de que las autoridades los envíen a ellos a ese país.
Alejandro conducía la camioneta que utilizaba para su trabajo cuando fue detenido por las autoridades de inmigración, alegando que el vehículo se parecía a uno que estaban buscando.
Ese arresto ocurrió el 17 de marzo de 2017, tan solo a dos cuadras de su casa. De acuerdo con su esposa María, los agentes que lo arrestaron estaban vestidos de policía.
Alejandro pudo volver a su casa por un tiempo pero con un grillete, que le chequeaban constantemente, de acuerdo con María.
Sin embargo, la última vez que lo llevó noto que tardaba mucho en salir. Le envió un mensaje de texto y él le respondió que los quería mucho y además le dio la noticia de que lo iban a deportar.
María no pudo hacer nada cuando vio a los agentes llevarse a su esposo.
Ese temor de ser deportado se ha extendido a todos los trabajadores agrícolas del Valle Central, donde vive María con sus tres hijas. Según Fátima Hernández, de la Unión de Campesinos, los residentes no saben si van a ser detenidos camino a su trabajo o en su regreso al hogar. Tampoco saben si verán de nuevo a sus familias.
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María tenía apenas dos meses de embarazo de su tercera hija y su mundo se desplomó. Ahora lucha por mantener unida a su familia, aunque sea por mensajes o el teléfono.
