Tiroteo en hospital Mercy: identifican al autor y a víctimas

Tres personas fueron acribilladas por el agresor armado, quien también murió en el incidente.

Un hombre abrió fuego el lunes en un hospital de Chicago, matando a un policía y dos empleados del lugar en un ataque que comenzó como una disputa doméstica y derivó en un tiroteo dentro de las instalaciones. El sospechoso también falleció, indicaron las autoridades.

Las autoridades identificaron este martes a las tres víctimas, incluyendo la doctora Tamara O'Neal, de 38 años, la farmacéutica Dayna Less, de 24 años, y el oficial de policía Samuel Jiménez. 

El atacante fue identificado como Juan López, de 32 años y pareja de la doctora O'Neal, según la policía.

El suceso empezó con una discusión entre el atacante y su pareja en el estacionamiento del hospital alrededor de las 3:30 p.m. y luego se trasladó al interior del edificio, donde ocurrió un enfrentamiento con policías.

Se desconoce si el agresor se suicidó o fue muerto por la policía en el hospital Mercy en el sur de la ciudad, dijo un portavoz policial.

Cuando un amigo de la mujer intentó intervenir, “el agresor se levantó la camiseta y mostró una pistola”, dijo Eddie Johnson, jefe de la policía de Chicago.

El amigo de la O'Neal corrió al hospital a pedir ayuda y segundos después comenzaron los disparos: el agresor mató a la mujer con la que discutía, a la que Johnson se limitó a describir como una empleada del hospital.

Cuando llegaron los agentes, el sospechoso abrió fuego contra la patrulla y corrió al hospital. Los policías iniciaron la persecución.

Dentro del hospital, el agresor intercambió disparos con la policía y “le disparó a una pobre mujer que salía del elevador” antes de ser muerto a balazos, comentó Johnson.

“La ciudad de Chicago perdió a un doctor, a un asistente farmacéutico y a un agente de policía, quienes se ocupaban de sus asuntos diarios, haciendo lo que amaban”, dijo el alcalde Rahm Emanuel mientras intentaba contener el llanto. “Es desgarrador para el alma de nuestra ciudad. Es el rostro y las consecuencias de la maldad”.

Las tomas de televisión mostraron a varias personas, incluidas algunas con bata blanca, que caminaban por un estacionamiento con los brazos en alto.

Jennifer Eldridge estaba trabajando en una farmacia del hospital cuando escuchó tres o cuatro disparos que parecían provenir del exterior. En segundos colocó una barricada en la puerta, según lo había practicado en los simulacros por si hay un atacante activo. Luego hubo seis o siete disparos más, ahora mucho más cerca, justo afuera de la puerta.

“Podía captar que él ya estaba dentro del vestíbulo. Se oían gritos”, recordó.

La puerta se sacudió, y Eldridge creyó que era el agresor que intentaba entrar. Unos 15 minutos después, calculó, un miembro de un equipo especial de la policía tocó en la puerta, ingresó y se la llevó. Miró al piso y vio sangre, pero ningún cadáver.

“Tal vez fueron 15 minutos, pero parecieron una eternidad”, le dijo a un reportero.

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