Encapuchados se cuelan en huelga

BOGOTA - Colombia - Bogotá vivió esta semana una agitada jornada de marchas en apoyo a un paro de pequeños agricultores, las cuales desembocaron en monumentales desórdenes en el centro capitalino por parte de manifestantes encapuchados que según las autoridades fueron infiltrados por las guerrillas. Los disturbios fueron los más graves en esta capital de ocho millones de habitantes desde el año pasado. En esta ocasión, el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, se vio obligado a declarar toque de queda en tres de las 16 localidades capitalinas desde las 8:30 de la noche del jueves hasta las 5 de la madrugada del viernes, según informó en su cuenta de Twitter. Las tres barridas están en el sur y el occidente de la ciudad. De acuerdo con el alcalde, en las protestas en Bogotá 89 personas resultaron heridas, 23 de las cuales siguen hospitalizadas. Según la policía, al menos 12 agentes están lesionados, tres de ellos por herida de bala en la localidad de Soacha, en el departamento de Cundinamarca, vecino a Bogotá. Las autoridades no ofrecieron un balance nacional de las marchas convocadas por universitarios en apoyo a los pequeños agricultores, que están en paro principalmente en el centro del país desde el 19 de agosto, pero también por reclamos presupuestarios para los centros de educación superior. El presidente Juan Manuel Santos, quien por la tarde hizo un recorrido en helicóptero sobre Bogotá, estuvo reunido con los mandos militares y policiales en la sede de la policía nacional. Al final del encuentro, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, dijo que las marchas en general se desenvolvieron en todo el país de manera pacífica con la participación de unas 25,000 personas en Bogotá. En una declaración a los reporteros en la que no respondió preguntas, Pinzón dijo que en las marchas estuvieron presentes campesinos y estudiantes, a los que reconoció su civismo y actitud pacífica, pero también se quejó por la acción de "vándalos, de criminales y de personas que están al servicio de intereses oscuros, entre esos terroristas de las FARC". Pinzón no dio detalles sobre sus denuncias y sólo mencionó que pequeños grupos de manifestantes encapuchados hicieron destrozos con piedras en ventanales de tiendas y en estaciones del sistema de autobuses, al tiempo que se enfrentaron con los agentes policiales en el centro de Bogotá. Los encapuchados también chocaron con los propios estudiantes, a los que apedrearon. En un momento dado, los jóvenes, gritando que no querían violencia, se pararon como una suerte de escudo humano frente a policías en distintos puntos de calles para evitar que los violentos manifestantes les lanzaran más piedras a los agentes, según atestiguó The Associated Press. Los disturbios se produjeron luego de que Santos, en una alocución temprano desde la casa de gobierno, reconoció los problemas del campo y cómo estos estallaban después de acumularse por años. El mandatario pidió tratar de "pasar esta tormenta de la mejor forma posible; después de la tormenta viene la calma". "Hay una crisis en el sector agropecuario, una crisis que tenemos que enfrentar y de la cual vamos a salir adelante", agregó. Más temprano, la policía informó que en todo el país se realizaban 29 marchas con la participación de unas 45.000 personas, pero Boris Duarte, uno de los voceros de la manifestación universitaria, dijo a la AP que tan sólo en Bogotá la participación pudo ascender a casi 100.000 personas a lo largo del día. En el sur de la capital, en la populosa barriada de Soacha, unos 1,200 manifestantes bloquearon distintas vías, lanzaron piedras contra comercios y vehículos, y la policía antimotines también los dispersó, indicó vía telefónica el coronel Fernando Torres, comandante de la policía en el departamento de Cundinamarca, donde se ubica Soacha. Debido a los desórdenes en Soacha se implantó un toque de queda desde el jueves hasta el viernes de las 6 de la tarde a las 6 de la mañana, dijo el oficial. En medio de la caminata de los universitarios, que partió desde seis distintos puntos de la ciudad rumbo a la céntrica Plaza de Bolívar, Julio García, un mensajero de 32 años, no se ahorró críticas al gobierno. "El presidente Santos lo que hizo con las manos, lo borró con los pies", dijo García, que apoya el reclamo de los cultivadores. Santos sentó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia "para el proceso de paz, pero se agarró con los campesinos. Eso es insólito; yo creo que no hay reelección", añadió. La manifestación de los pequeños agricultores de papa, cebolla y productores de leche, principalmente, se da porque los cultivadores se quejan por la creciente importación de productos que atribuyen a tratados de libre comercio y convenios comerciales con distintos países. Los cultivadores de tres de los 32 departamentos del país, y que ya negocian desde el martes con el gobierno, también reclaman que producen a pérdida porque los precios que les pagan son muy bajos y los precios de sus insumos, como fertilizantes, son muy altos. Analistas consultados por la AP indicaron que, si bien los paros no amenazan la gobernabilidad, dificultan el escenario para la posible reelección de Santos en los comicios generales de mayo de 2014. "No hay ningún riesgo de que el gobierno se vea afectado en su capacidad de ejecución o de tramitar leyes. La coalición de gobierno y la gobernabilidad no se ve amenazada" por las manifestaciones, dijo Jorge Restrepo, director del no gubernamental Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos. Pero "sí estoy seguro que le van a pasar factura en las elecciones", añadió. Sandra Borda, profesora de ciencias políticas de la Universidad de los Andes, en Bogotá, destacó los errores cometidos por el gobierno al no anticipar las distintas manifestaciones y "sigue pareciendo desconectado... la sensación que le queda a todo el mundo es que no hay un plan" para atender la situación. Los universitarios apoyan a los agricultores pero también demandan una mesa de diálogo para discutir reformas al sistema de educación superior y que el gobierno cubra o entregue fondos para paliar el déficit de 11 billones de pesos (unos 5,700 millones de dólares) que tienen las universidades públicas, el cual se ha acumulado desde hace unos 20 años.

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