Los días de Pablo Escobar en prisión

El Patrón fue durante muchos años una de las personas más buscadas alrededor del mundo. Sin embargo, también pasó tiempo en la cárcel. No obstante, mientras los gobiernos creían que por fin lo habían sometido, desde prisión Escobar siguió manejando el negocio multimillonario del narcotráfico y sembrando el terror por toda Colombia.

La primera vez que fue apresado era apenas un joven traficante que daba sus primeros pasos en el camino del terror. Muchos veían en él a un niño con un porvenir oscuro y sin límites. No se equivocaban.

A los 17 años, Pablo decidió su futuro para siempre, por lo que abandonó los estudios y comenzó a dedicarse de lleno a la delincuencia, primero dentro del ámbito del robo de vehículos y luego comenzando con el tráfico de marihuana.

En 1976 Pablo Escobar fue detenido en Itaguí junto a su primo Gustavo de Jesús Gaviria y tres personas más. Transportaban 39 kilos de cocaína en la llanta de un vehículo que provenía de la frontera con Ecuador. Era la primera vez que la prensa tenía noticias de él. Pasó en prisión unos pocos meses hasta que ciertos contactos que nunca fueron del todo esclarecidos permitieron su liberación.

Después de muchos años, en 1985, cuando ya era el Patrón del Mal, Escobar fue declarado reo ausente y se oficializó la orden de captura ante la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol).

Varias veces estuvieron a punto de capturarlo, como el 22 de marzo de 1988: en medio de 2.000 soldados, helicópteros y tanques, logró escapar a un cerco militar realizado en la finca El Bizcocho, en el barrio El Poblado de Medellín.

Tres años después, en 1991, cuando se le garantizó que no se extraditaría (el mayor temor de los narcotraficantes) y que sería enviado a la cárcel La Catedral, Pablo Escobar se entrega a la justicia en compañía de Carlos Aguilar, El Mugre y Otoniel de Jesús González, Otto.

La celda de Pablo Escobar en La Catedral no tenía nada que ver con una cárcel. Era un hotel de lujo, con todas las comodidades y desde donde podía seguir manejando sus negocios sin el asedio permanente de las autoridades.

Cuando el Fiscal General de la Nación le revela al Presidente las actividades de Escobar en prisión y exige su traslado inmediato, Escobar y nueve de sus lugartenientes se fugan en medio de una controvertida operación civil y militar. El Gobierno ofrece mil millones de pesos a las personas que suministren información sobre el paradero del jefe del cartel de Medellín.

Días más tarde, Escobar, en una entrevista de 124 preguntas al diario Nuevo Siglo, reitera que estaría dispuesto a entregarse a la justicia nuevamente si el Gobierno le garantiza su reclusión en una cárcel de Antioquia y medidas especiales para su seguridad personal. Señala que está dispuesto a ir a la celda más humilde de cualquier cárcel de Antioquia, con la condición de que no se le traslade. Tras varias idas y venidas, la negociaciones entre Escobar y el gobierno no prosperaron.

Todo concluyó el 2 de diciembre de 1993, cuando fue abatido en Medellín por 15 miembros del Bloque de Búsqueda. El narcoterrorismo muere con su líder, pero la sombra del tráfico de drogas ilícitas sigue pesando sobre Colombia. El cartel de Medellín es desarticulado, pero su herencia es recogida por la Oficina de Envigado y el Cartel de Cali.

La cárcel nunca fue para Escobar un inconveniente ni una reclusión. Para él, el temido Patrón, no había institución que pudiera detenerlo. Sólo la muerte podía hacerlo.

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