Alcalde de Iguala y esposa tras las rejas

MÉXICO - Ocultos en una vivienda que parecía abandonada en una zona popular del este de la capital mexicana, la pareja considerada el cerebro detrás de la muerte de seis personas y la desaparición de 43 estudiantes de magisterio trató sin éxito de evadir a decenas de policías federales que los venían rastreando en algunos de sus escondites.

El exalcalde José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda habían amasado una fortuna que comprende bienes raíces, tiendas y un centro comercial en la sureña ciudad de Iguala. Al parecer, utilizaron sus vínculos con Guerreros Unidos, un grupo de narcos escindido del cartel de Los Beltrán Leyva, para enriquecerse y adquirir estas propiedades.

Fiscales mexicanos dicen que también utilizaron a sicarios del mismo grupo criminal para deshacerse de quienes creían sus enemigos, incluyendo a un grupo de estudiantes del magisterio de la localidad de Ayotzinapa, en el sureño estado de Guerrero.

La pareja finalmente fue encontrada y detenida la madrugada del martes en la delegación de Iztapalapa, una localidad de la clase obrera de la ciudad de México.

El Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, dijo que 60 policías federales duraron un mes vigilando tres casas en uno de los barrios de esa delegación. Dijo que finalmente lograron ubicar a la pareja al seguir el rastro de una mujer cercana a ellos, Noemí Berumen, quien al parecer los acompañaba o les habría ayudado a escapar de la justicia. Berumen también fue detenida en el operativo.

En una de las casas, construida en estuco y que tenía sus paredes agrietadas y manchadas, se veían unos pantalones vaqueros de hombre que habían sido colgados mojados para que se secaran.

La captura ocurrió en una operación en la que las autoridades dijeron que no se disparó un sólo tiro y que, por el momento, culminó con el reinado de terror de una pareja que manejaba a Iguala, la ciudad a 200 kilómetros al sur de la capital mexicana, como un feudo del narcotráfico.

Las fotografías de la captura de la pareja reveladas por los fiscales mostraban un fuerte contraste con las imágenes de la campaña política que se conocían de ellos cuando empapelaron a Iguala con su publicidad política. Ambos ahora aparecen mucho más delgados y con el semblante abatido.

Pese a la captura de la pareja, aún no se ha dado respuesta al misterio más grande del caso: ¿dónde están los 43 estudiantes desaparecidos después de que fueran víctimas de un ataque mortal de la policía local el pasado 26 de septiembre?

La desaparición y la lentitud con la que han avanzado las investigaciones ha provocado protestas en el país y minó los esfuerzos del presidente Enrique Peña Nieto por mostrar que la violencia del narco era cosa del pasado.

El ataque, las muertes y la desaparición de los 43 estudiantes cimbró al país y despertó una oleada de críticas a un gobierno que repetía, a la menor oportunidad, que la seguridad en México mejoraba mientras evitaba informar sobre hechos violentos, en contraste con el gobierno pasado.

"Una noticia así te provoca aún más rabia. Sólo espero que este malviviente esté confesando ya. Me gustaría poder confesarlo yo mismo", dijo a The Associated Press Mario César González, padre de César Manuel, uno de los desaparecidos.

González expresó sus dudas sobre el arresto del alcalde y su esposa. "No creo que la detención ayude a encontrar a los muchachos porque él sólo dio la orden de entregar a los chicos... ojalá pusieran a los servicios de inteligencia a trabajar con las mismas ganas para localizar a los estudiantes, es impresionante tanta ineptitud".

Todavía no se conoce el paradero de los jóvenes pese a que en la investigación para encontrar su paradero y que está en curso han aparecido fosas comunes con 38 cadáveres y se han detenido a 56 personas entre policías, funcionarios municipales y miembros de Guerreros Unidos.

Las autoridades, no obstante, han dicho que no corresponden a ninguno de los normalistas.

Murillo Karam dijo que Guerreros Unidos entregaba con cierta periodicidad entre 150.000 y 222.000 dólares a las autoridades municipales. De ese dinero se pagaba la nómina de los policías.

Las autoridades señalaron a la esposa del alcalde como la principal operadora del grupo del narcotráfico; organización que decidía quien ingresaba a la fuerza policial de la localidad.

El 26 de septiembre, cuando sucedieron los hechos, los estudiantes abordaron dos autobuses en Ayotzinapa, llegaron a Iguala y tomaron a la fuerza dos vehículos adicionales. Iban a recaudar dinero para financiar sus actividades. En ese momento los "halcones", vigías del crimen organizado, coludidos con la policía municipal y la alcaldía, reportaron su presencia al centro de mando de la policía municipal.

El alcalde y su esposa asumieron entonces que el grupo que se avecinaba se dirigía a sabotear la presentación del informe de actividades que la mujer iba a pronunciar como responsable del órgano de defensa de la familia en la ciudad, y ordenaron a la policía que reaccionase para evitarlo.

Entonces la policía atacó a los estudiantes y tres de ellos cayeron muertos a tiros. Tres transeúntes más murieron en un ataque separado. Después, la policía detuvo a otros estudiantes y lo llevó a la vecina ciudad de Cocula, según Murillo Karam.

Luego, en algún momento, fueron subidos a un vehículo y llevados, al parecer aún con vida, a una barriada a las afueras de Iguala donde se han encontrado algunas fosas comunes, dijo Murillo Karam.

En declaraciones a medios de comunicación tras la desaparición de los estudiantes, el ex alcalde Abarca dijo que la noche del 26 de septiembre salió a cenar y que le ordenó a la policía que dejara en paz a los estudiantes.

El líder de Guerreros Unidos, Sidronio Casarrubia, dijo a las autoridades que un lugarteniente suyo le dijo que los estudiantes simpatizaban con una banda rival.

En el ataque y detención participaron policías de Iguala y de la municipalidad vecina de Cocula, según la Procuraduría.

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