Las exigencias de la modernidad nos llevan a tener rutinas que, muchas veces, no son saludables. La dependencia del auto, por ejemplo, hace que muchas personas que viven atadas a una silla de escritorio, se levanten de ella solo para subirse a la silla del auto.
Es poco lo que caminamos, en realidad, porque si hay suerte, lo hacemos solo hasta la estación del bus o del metro, en caso de no ir en auto.
La necesidad de cumplir metas y horarios laborales, nos aleja muchas veces de la mesa; el tiempo para la alimentación es limitado y pospuesto cuando no optamos por ingerir los alimentos sin movernos del escritorio y con los ojos fijos en la pantalla.
Además, la misma prisa que acompaña estos tiempos, nos lleva a comer cualquier cosa que calme las ansias de nuestro maltratado organismo, dejando de lado los buenos hábitos nutricionales que son fundamentales para mantener nuestra salud.
Para muchos, lo más fácil es hacerse con una quesadilla o una hamburguesa para la cena, sin pensar en la incidencia que la repetición de estos alimentos puede tener en la salud. Es bien sabido que las comidas rápidas son desencadenantes de condiciones como el sobrepeso o la obesidad y generadores de enfermedades cardiovasculares, anemia, fatiga crónica y problemas del sueño.
No respetar las horas de comida, el estrés y la ingesta continua de refrescos con altos contenidos de azúcar, son factores que afectan seriamente la salud de los mexicanos.
Pero para completar el cuadro, la dieta mexicana está llena de alimentos con grasa; quesadillas, gorditas y tamales pasados por aceite, que no son nada sanas para la salud cardiovascular.
México
A todo esto se suma, que según lo destacó hace poco la Encuesta Nacional de Nutrición, la falta de recursos económicos lleva a muchas familias a comer lo que “se puede” en lugar de lo “que se debe”.
