Rodney King

Los Ángeles: 25 años después de los disturbios de 1992

Las protestas actuales no han eclipsado la violencia de los disturbios de 1992, señaló el director del Departamento de Sociología de UCLA: “La diferencia hoy en día es que las vemos todo el tiempo”.

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LOS ÁNGELES - Miles de personas inconformes se lanzaron a las calles de Los Ángeles el 29 de abril de 1992 y prendieron fuego, saquearon tiendas y causaron caos después de que un jurado absolviera a cuatro oficiales de la raza blanca del Departamento de Policía de Los Ángeles, quienes fueron videograbados propinándole una salvaje golpiza al conductor afroamericano Rodney King.

Más de 60 personas murieron y miles resultaron heridas. Los disturbios también dejaron un saldo de más de $1,000 millones en daños.

Muchas personas presenciaron con horror a través de sus televisiones cuando el chofer de un camión de carga, Reginald Denny, fue brutalmente golpeado por algunos alborotadores.

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Miembros de la comunidad coreana tomaron las armas ante la ausencia de la policía y se impuso un toque de queda en la tarde noche de ese día en gran parte de la ciudad.

Elementos de la Guardia Nacional de California, soldados y miembros de agencias federales de la ley, fueron enviados a ayudar a la policía local para que tranquilizaran a la multitud y para dispersarla.

¿Pero qué ha cambiado demográfica, social, económica y políticamente en la región desde que esos disturbios dividieron a la ciudad hace 25 años?

Políticamente, el cambio más notorio ha sido el número más grande de funcionarios latinos electos para un cargo público, indicó Fernando Guerra, un profesor chicano de Ciencias Políticas en la Universidad Loyola Marymount, y director del Centro para el Estudio de Los Ángeles.

Los afroamericanos han mantenido el mismo número de cargos, y los coreanos-americanos tienen la cifra más baja en cuanto a posiciones públicas, agregó.

El número de latinos y asiáticos sigue aumentando, señaló Guerra, mientras que los afroamericanos y los blancos mantienen sus cifras. Actualmente la desigualdad económica en la ciudad es peor, con una clase media que se encoge más que en aquel tiempo. Un descenso en empleos industriales y un incremento en trabajos de servicio y tecnología han generado más ricos, pero también más pobres, aseguró Guerra.

“El próximo año, el Condado de Los Ángeles será más rico que cualquier otro condado, pero también va a crear más personas de bajos recursos que cualquier otro condado en el país”, vaticinó el profesor.

Socialmente, Guerra dijo que está viendo a más gente, como nunca antes, reclamando su identidad angelina, lo que sugiere un “sentido de pertenencia, un sentido de lugar”.

“Entre más grande es el sentido de pertenencia, más grande será tu deseo de proteger ese lugar y tratar de vivir en armonía con los demás”, agregó.

Guerra habló sobre los resultados de un sondeo realizado cada cinco años desde los disturbios, en el que se le pregunta a los residentes sobre sus sentimientos hacia la ciudad, las relaciones raciales y la dirección en la que va Los Ángeles.

A través de los años, investigadores de la Universidad Loyola Marymount han encontrado que, entre más tiempo pasa desde lo ocurrido en 1992, más cómodos se sienten los habitantes en la dirección que lleva la ciudad, las relaciones raciales, y la firme creencia de que en los próximos cinco años no volverán a repetirse esas revueltas.

Los resultados de la encuesta de este año que se darán a conocer este miércoles, muestran que los números son más altos de lo que eran en el 2012, pero aún más pequeños que en años anteriores.

“Ahora estamos estancados en términos de relaciones comunidad-policía y relaciones raciales”, afirmó Guerra.

Darnell Hunt, profesor y director del Departamento de Sociología de UCLA, indicó que mientras las relaciones entre la policía y la comunidad han mejorado desde 1992, las tensiones se mantienen. Agregó que los grupos como “Black Lives Matter”, alentados por los enfrentamientos de alto perfil con la policía en todo el país, permanecen activos. Pero que sus protestas no han logrado eclipsar la violencia de los disturbios de 1992.

“Fue más impactante ver las absoluciones [de los policías] después de ver el video, lo que realmente fue una de las primeras ocasiones que esta práctica extendida había sido expuesta y documentada”, señaló Hunt. “La diferencia hoy en día es que lo vemos todo el tiempo. Estamos casi insensibilizados por todos estos cambios en la tecnología, esta disponibilidad diseminada en los teléfonos inteligentes”, añadió.

El analista político Earl Ofari Hutchinson indicó que los líderes de la ciudad aún no cumplen sus promesas de invertir dinero en el Sur de Los Ángeles. “Éstas son condiciones que existen aún 25 años más tarde”, señaló.

Edward Chang, un profesor de estudios étnicos en la Universidad de California Riverside, dijo que 2,280 negocios propiedad de coreanos-americanos fueron destruidos en los disturbios.

Edward Lee, un coreano-americano, falleció cerca de un restaurante en Koreatown. Muchos miembros de esa comunidad perdieron los negocios con los que se ganaban la vida. Algunos sufrieron trastornos de estrés postraumático, agregó. Otros sintieron que fueron injustamente descritos por los medios de comunicación como una comunidad de “vigilantes”.

Chang indicó que los coreano-americanos han dado grandes pasos para que se escuche su voz. La ciudad de Los Ángeles juramentó a su primer concejal de esa etnia, David Ryu, en el 2015.

Activistas de la llamada generación de inmigrantes 1.5, que llegaron a Estados Unidos cuando eran jóvenes, están volviendo a sus comunidades y señalando los disturbios como la razón por la que están regresando, dijo Chang.

Pero aún hay mucho trabajo por hacer, enfatizó Chang. Los coreanos-americanos jóvenes necesitan ponerse en la línea para seguir carreras políticas, y necesitan institucionalizar el proceso político, agregó.

“Deben tener una estructura organizacional, apoyar a candidatos y temas particulares”, dijo Chang, quien también es director fundador del Centro para Estudios Coreano-Americanos Young Oak Kim.

“Yo califico el 29 de abril de 1992 como una llamada para despertar, y un punto histórico que sacudió la conciencia de los coreano-americanos”, finalizó.

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