De agente a cazador de coyotes

MIAMI.-Hipólito Acosta fue el primer agente de inmigración estadounidense que se infiltró en la red de traficantes de personas en la frontera con México. A lo largo de 23 años se hizo pasar por "coyote", narcotraficante o simplemente un mexicano que intentaba internarse al país sin permiso.

Pasó frío y miedo nadando por el río Bravo, permaneció encubierto en camiones llenos de inmigrantes, fue testigo de violaciones y abusos sexuales, se ganó la confianza de líderes del narco y de traficantes de personas.

Pero también cumplió con su papel como agente del gobierno y contribuyó a detener a delincuentes y a deportar a inmigrantes carentes de autorización para internarse en el país.

Sus experiencias y sentimientos, a veces encontrados, quedaron de manifiesto en "El cazador de Sombras".

"Tras una redada, siempre pasaba por un período de reflexión emocional. Después de todo, soy humano", dijo el viernes en entrevista telefónica.

"El público no sabe lo que está haciendo el gobierno, ni las experiencias que pasa la gente", señaló.

Los orígenes mexicanos de Acosta le ayudaron en los operativos de infiltración. Hijo de trabajadores agrícolas mexico-estadounidenses, creció en Redford, un pueblo de Texas ubicado a orillas del Río Bravo. Sus abuelos habían llegado de México a comienzos del siglo XX, en busca de un futuro mejor.

"Conocía la cultura, el idioma... Todo eso me ayudaba mucho para infiltrarme, para pretender que era un indocumentado, un criminal, un 'coyote' (contrabandista de personas) o un narcotraficante", expresó.

El libro lo escribió junto a la ex periodista del New York Times, Lisa Pulitzer, y la editorial Simon & Schuster recién lo puso a la venta en español en Estados Unidos.

Acosta dijo que no está seguro de si el título, publicado en inglés en abril, desanimará que la gente cruce la frontera sin autorización. Sin embargo, considera que sí que podrá servir de advertencia.

Para "tener cuidado de mandar a las familias con coyotes, que no manden a jovencitas solas porque sabemos que hay abusos en el camino, que las pueden molestar", dijo el ex jefe fronterizo.

A lo largo de 11 capítulos, Acosta describe en primera persona algunos de los operativos más importantes en los que participó de 1975 a 1998, no sólo como agente raso de la patrulla fronteriza, sino como jefe de la oficina del Servicio de Inmigración y Naturalización en Houston.

Aunque los nombres y apellidos de algunas personas fueron cambiados para preservar su seguridad, el libro plasma cómo trató Acosta con líderes del tráfico de personas como José Medina, o con Neto Múzquiz, un jefe del narcotráfico que operaba en Texas.

En uno de sus capítulos, Acosta describe el miedo que pasó cuando cruzaba el Río Bravo junto a un grupo de mujeres y niños de Centroamérica y México; mientras lo hacía pensaba en su esposa y sus hijos quienes lo esperaban en Chicago. También cuenta cómo se hizo pasar por narcotraficante y fue arrestado por las autoridades mexicanas.

"El objetivo (de los operativos de infiltración) era no sólo detener a grupos y arrestar a un chofer sino darle seguimiento a los cabecillas que estaban detrás del grupo organizado y que pensaban que estaban protegidos por la frontera", explicó Acosta, que actualmente se desempeña como asesor de empresas en temas de contratación de personal.

"Pensé que lo mejor que podría hacer era infiltrarme para conseguir evidencias y luego ver la forma de arrestarlos en Estados Unidos para hacer justicia", agregó.

Contáctanos