Brasil

Río de Janeiro en quiebra a 100 días de los Juegos

Río de Janeiro, 25 abr (EFE).- A poco más de cien días del inicio de los Juegos Olímpicos, el estado brasileño de Río de Janeiro se ahoga en la bancarrota y sus autoridades reconocen que atraviesa una "situación calamitosa" que puede desembocar en una explosión social en vísperas del evento deportivo, que será inaugurado en 102 días.

Con cerca de 16,5 millones de habitantes -6,3 de ellos en su capital, Río de Janeiro-, el estado está "próximo a un colapso social", como reconocía esta semana Leonardo Espíndola, un alto funcionario regional, a la prensa local.

Región petrolera por excelencia de Brasil, Río se enriqueció durante años con los beneficios del crudo, pero la caída internacional de los precios -que han pasado de los 110 dólares por barril que se pagaban en 2014 a los 40 dólares barril- ha minado sus recursos.

Una ley del Gobierno central que redujo las regalías de los estados productores de petróleo para repartirlas por igual entre todas las regiones provocó un agujero enorme en las finanzas de Río.

El estado ha sufrido también el impacto del escándalo desatado en la petrolera estatal Petrobras, eje de una compleja trama de corrupción, desvíos y lavado de dinero que salpica a funcionarios del Gobierno de Dilma Rousseff, dirigentes de la oposición y a algunas de las principales empresas del país, muchas involucradas en proyectos relacionados con infraestructuras de los Juegos Olímpicos.

Con una nutrida nómina de compromisos de pago, las pérdidas del estado se acercan a los 5,000 millones de dólares anuales y su déficit supera los 20,000 millones de dólares.

La mala gestión administrativa es otro de los factores que agravan el problema, según coinciden analistas locales que destacan que el gobierno regional no tuvo la previsión de crear un fondo de contingencia en épocas de "vacas gordas" para hacer frente a una eventual caída de sus beneficios petroleros.

La situación es "calamitosa", admiten las autoridades, que no pueden contar con el apoyo del Gobierno federal, en medio de la recesión económica que sacude a Brasil -con el mayor desplome en un cuarto de siglo- y la profunda crisis política que ha colocado a la presidenta Rousseff al borde del abismo.

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