La infancia de El Patrón

Hay ciertas características con las que nacemos los seres humanos, pero es el núcleo familiar, la educación y el entorno, lo que define es rumbo que damos a nuestras habilidades y debilidades. En el caso de Pablo Escobar, el narcotraficante más sanguinario y buscado en la historia de Colombia; su ingenio, liderazgo y ambición, se encaminaron por la oscura vereda del mal. Una madre preocupada Los padres dejan huella en la vida y personalidad de los hijos, y el caso de Pablo Escobar no es la excepción. A pesar de haber nacido dentro de una familia humilde, Escobar tuvo acceso a la educación, y a diferencia de otros criminales, no tuvo carencias de cariño o guía materna. Su madre, una sencilla maestra, estaba siempre al pendiente de sus hijos, y procuraba darles una formación que les sirviera para salir adelante en el entorno corrompido y difícil en el que les tocó nacer. Consciente de la realidad de sus hijos, les aconsejaba de tal manera que pudieran enfrentar los retos que les esperaban. Así, se dice que su progenitora, encaminó a Escobar a ser fuerte, astuto y escurridizo, por encima de otros valores como la honestidad. Ambición temprana En su niñez, el líder del Cartel de Medellín, no podía darse los lujos de las familias acomodadas, pero lejos de detenerlo, éste fue quizá uno de sus principales alicientes para encontrar recursos. Bien fuera lavando coches o haciendo mandados; desde muy joven, Pablo encontró la forma de ganar dinero. Conforme fue creciendo se dio cuenta que a pesar de los riesgos, los negocios ilícitos, le dejaban más dinero, por lo que “cambió de giro” y comenzó con actividades como el robo y venta de exámenes en el colegio. Los primeros actos en contra de la ley, los cometió desde temprana edad, comenzando por el hurto de lápidas que revendía en el mercado negro; para seguir, años más tarde, con el robo de autos y el lucro con objetos robados. Escobar tuvo la oportunidad de cursar estudios profesionales, pero para entonces ya conocía lo que para él eran “las mieles” del contrabando, en el que se había a iniciado a pequeña escala traficando cigarrillos, por lo que siguió su vocación delictiva y enfocó “su preparación” para “triunfar” en el mundo criminal. Visión de negocios Para cuando Pablo alcanzó la mayoría de edad, ya trabajaba con contrabandistas de alto nivel y, los contactos que fue adquiriendo, le mostraron el camino hacia el tráfico de cocaína; “oficio” que dominó, perfeccionó y transformó, en una organización criminal sin precedentes, ni fronteras, y que le llevó a acarrear su tan deseada fortuna antes de los 25 años de edad.

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